30 aniversario de la Constitución española

30 aniversario de la Constitución española

05/12/2008

Debo comenzar agradeciendo a todos ustedes su asistencia a este día de gala, a este día de fiesta, en el que celebramos nuestra Constitución. Es para mí, como me han oído citar ya en anteriores ocasiones similares a ésta, el principal día del año, la fiesta del más destacado día en el santoral laico que poco a poco vamos construyendo entre todos.

Y también, como viene siendo costumbre antes de entrar en el fondo de mi intervención, vamos a proceder a la entrega de dos condecoraciones. Tiene la palabra la Secretaria General de la Delegación del Gobierno.

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Un año más, un acto más, lamentablemente, debemos comenzar por un mensaje de recuerdo a una persona fallecida en atentado terrorista. Reciban los familiares y amigos de Ignacio Uría Mendizábal nuestro saludo más cordial y esta muestra de apoyo y afecto. Junto a este mensaje de condolencia yo querría lanzar otro de esperanza. Que sepan todos, ustedes y también aquellos que siguen inútilmente apostando por la violencia, que cada día que pasa está más cerca el fin de los terroristas. Las más de quinientas detenciones de la legislatura pasada y las tremendamente significativas -por la relevancia de los detenidos- en lo que va de ésta nos permiten afirmar que el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, de la Fiscalía, de la Judicatura, contando con la inestimable colaboración de las instituciones francesas, nos llevan a estar cada día más cerca del fin de esta banda terrorista, colocando a sus integrantes en el único lugar en el que saben convivir en paz, en la cárcel.

Pero hoy es día también de felicitación, sobre todo para los condecorados. Los dos cumplen con los requisitos, no escritos, que nos hemos impuesto quienes dirigimos la Delegación del Gobierno en Aragón desde el 23 de Abril de 2004: una se concede a alguien vinculado con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y la otra a un funcionario o personal laboral relacionado con esta casa, y, en ambos casos, por méritos contraídos a lo largo de una trayectoria profesional o en el último año.

Como me gusta repetir en cada entrega de condecoraciones o de premios o distinciones, estoy seguro de que otras muchas personas tendrán méritos más que suficientes para recibir esta clase de reconocimientos, no me cabe ninguna duda, pero cada año hay que elegir a dos y todos ustedes deben saber que los elegidos en esta ocasión cumplen a la perfección con lo exigido. Juan Vizcaíno Albert y Eduardo López Busquets son dos profesionales del sector público de amplia trayectoria y que han jugado un papel muy destacado a lo largo de este último año en actividades  vinculadas con esta Delegación.

Las dos condecoraciones que acabamos de entregar tienen que ver con la Expo y en mi intervención de este año ese evento va a ocupar, así debe ser, un importante espacio, ya que en años anteriores hemos estado haciendo numerosas citas a este acontecimiento y este año es de justicia que nos acordemos de lo que habíamos previsto y de lo que, finalmente, hemos hecho, pero me van a permitir que comience con alguna otra referencia, creo que imprescindible, a la situación actual.

Este año 2008, que está finalizando, ha sido histórico, por muchas circunstancias, por lo que a la hora de hacer un cierto balance hay que elegir entre los muchos acontecimientos ocurridos. El primer recuerdo debe ser para la crisis financiera y económica que quedará en el futuro en los libros como el hecho más relevante, a nivel mundial, de este año. Algo ha quebrado, algo ya no será igual después de esta crisis, por lo que tal vez estemos en el momento adecuado para hacernos algunas preguntas. ¿Qué es el liberalismo? ¿Adónde nos conduce un determinado modelo de relaciones políticas, sociales y económicas basado sólo en el mercado? ¿Cuáles están siendo las respuestas de los países más importantes del mundo, liberales, intervencionistas? Que cada cual busque su respuesta.

En segundo lugar, aunque no se trata de sucesos acaecidos solo en este año 2008 sí quisiera tener un recuerdo para dos problemas a los que hemos dedicado importantes esfuerzos en la legislatura anterior y seguimos tratando de reducir a su mínima expresión, me estoy refiriendo a la siniestralidad vial y a la violencia de género. Dos problemas de enormes dimensiones y que precisan de la máxima cooperación, por lo que desde aquí quiero solicitar, una vez más, a todos, a título individual e institucional, su colaboración para seguir disminuyendo los efectos de estas dos lacras de nuestra sociedad.

También quisiera tener un recuerdo para el extraordinario año que España ha vivido en lo deportivo, fijándome en algo que no suele ser muy destacado: el extraordinario papel que nuestros deportistas paraolímpicos obtuvieron en Pekín. España es una superpotencia en este tema, algo de lo que debemos sentirnos orgullosos y animarnos a seguir trabajando en la supresión de toda clase de barreras para facilitar la plena integración de quienes tienen alguna clase de discapacidad.

Volviendo a la Exposición Internacional, como Delegado del Gobierno de España pudiera ser lógico que aprovechase esta intervención para destacar exclusivamente los logros de quienes prestamos servicio en la Administración General del Estado. Y razones hay para ello ya que, por citar solo algunos datos, en la financiación de la Expo, entre el 70% del capital social de Expoagua y el Plan de Acompañamiento resulta que más del 90% del dinero preciso ha salido de las arcas estatales; o, hablando de seguridad, entre el Ministerio del Interior y el de Defensa han aportado más del 80% del personal dedicado a estos menesteres tan importantes y con tan magníficos resultados; o, por citar solo un aspecto más, la Oficina Estatal ha tramitado más de cuatro mil expedientes relacionados con extranjeros no residentes en España que han trabajado en el evento. Pero no se trata de eso, al menos a mí no me gustaría que quedase así, que cada cual se dedicase a destacar solo lo suyo.
 
Me parece que la Exposición Internacional “Zaragoza 2008: agua y desarrollo sostenible” ha sido un éxito colectivo, de todos, de los ciudadanos y de las administraciones. Y aunque a alguien le pueda parecer algo forzado encontrarle a este hecho una vinculación con la Constitución, la tiene. La C.E. de 1978, de la que en estas fechas conmemoramos su trigésimo aniversario, establece un complejo sistema político, articulado territorialmente en tres niveles, estatal, autonómico, y local, a lo que hay que añadir un elevado número de vías de participación administrativa y política. Con este modelo constitucional es casi imposible acometer una acción de cierta envergadura de manera aislada, sin contar con los demás, personas y administraciones, por lo que me permito afirmar que la colaboración institucional es uno de los elementos esenciales de la filosofía constitucional. Y en la Expo hemos visto este espíritu de manera evidente: tres administraciones, una sociedad instrumental, y los ciudadanos magníficamente representados por los voluntarios.
 
Este espíritu de necesaria colaboración es uno de los rasgos característicos de nuestra Carta Magna pero no el único, por lo que hoy, cuando se cumplen 30 años desde su aprobación y entrada en vigor, creo oportuno hacer alguna otra consideración.

La C.E. se elabora para que suponga un punto de partida o, lo que es lo mismo, un punto y final y un comienzo de algo distinto. La C.E. supone el fin del franquismo y el inicio de la democracia, pero lo es formalmente, poniendo en marcha unas nuevas reglas de juego político, y será el tiempo y los ciudadanos los que vayan haciendo que el cambio se interiorice y se vayan recordando u olvidando hechos acaecidos en el pasado. Este acto es el primero de estas características que se realiza tras la entrada en vigor de la LEY 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, conocida popularmente como la “ley de la memoria histórica”, en la que, en su artículo 1.2 se establece como política pública, es decir, como obligación a todos los poderes públicos, a todos quienes tenemos alguna responsabilidad pública: el fomento de los valores y principios democráticos, facilitando el conocimiento de los hechos y circunstancias acaecidos durante la Guerra Civil y la Dictadura.

Esta Delegación del Gobierno en Aragón fue pionera, dentro de la Administración General del Estado, en la puesta al servicio de los ciudadanos de la información disponible en sus archivos para que quienes lo quisieran pudiesen saber del paradero de los restos mortales de sus seres queridos desaparecidos en la guerra civil o en la posguerra. Creemos que tienen derecho a conocer la información sobre donde están. Creemos que tienen derecho a recuperar sus restos, si ese es su deseo. Creemos que tienen derecho a darles sepultura, si ese es su deseo, donde ellos decidan. Y, finalmente, creemos que deberían tener derecho a que no se utilicen falsos argumentos para ocultar este debate, ya que no se trata de reabrir heridas, sino de cerrarlas.

Quienes asisten con regularidad a estos actos saben, porque lo he manifestado en ocasiones anteriores, que yo soy partidario del recuerdo, de la memoria, de que se conozca el pasado. Cuanto mejor informado esté un ciudadano más libre será, por lo que difundir la letra y el espíritu de nuestra Constitución, las razones por las que se aprobó, el pasado del que se quiere huir, es, debe ser, como dice el precepto que acabo de citar, una obligación de todos los poderes públicos. Y los ciudadanos tienen el derecho de exigirnos que cumplamos con dicho mandato, por lo que hoy, en este acto, considero adecuado recordar otra norma muy significativa en la historia y, en este caso, no solo española ya que me estoy refiriendo a un texto de alcance mundial, con una filosofía muy próxima a la de nuestra C.E. Se cumplen estos días los sesenta años de la aprobación, por la ONU, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y como homenaje a este maravilloso texto me voy a permitir leer alguno de sus preceptos:

• Art. 1. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, (…)”

• Art. 5. “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos, o degradantes.”


Nada más. Que pasen un buen día. ¡Viva la Constitución!, y muchas gracias por su atención.