29 Aniversario de la Constitución Española

05/12/2007

 Paulino Luesma, Delegado del Gobierno

en la C.A. del País Vasco. 

Vitoria-Gasteiz, 5 de diciembre de 2007
 
 
Autoridades civiles y militares, amigas y amigos. Bienvenidos todos a ésta Delegación del Gobierno en el País Vasco y gracias por honrarnos con su presencia en este acto de celebración, con motivo de cumplirse el 29 aniversario de la Constitución Española.
 
Agintari zibil eta militarrak, adiskideok. Ongi etorriak Gobernuak Euskal Herrian duen Ordezkaritzara, eta eskerrik asko Espainiako Konstituzioaren hogeita bederatzigarren urteurrena ospatzeko egiten dugun ekitaldi honetan izateagatik.
 
Deseo iniciar mis palabras dejando constancia, una vez más, de mi homenaje, de mi gratitud, que es la del Gobierno de España y la de toda la sociedad, a Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Y de hacerlo en la persona de los guardias civiles Raúl Centeno, vilmente asesinado por ETA, y Fernando Trapero que, a día de hoy, se debate entre la vida y la muerte tras resultar gravemente herido en la misma acción terrorista. Mi homenaje a quienes, como ellos, hacen posible con su esfuerzo diario, con su sacrificio personal en tantas ocasiones, que podamos vivir más seguros; ser más libres. Que hacen posible que disfrutemos de los derechos y libertades que nuestra Constitución reconoce y ampara.
 
La Constitución española se entronca en la mejor tradición constitucional europea. El elemento primordial de dicha tradición radica en la defensa de la libertad de las personas y en la garantía de los derechos ciudadanos. Y una Constitución puede defender la libertad de las personas en su sentido más amplio, y garantizar los derechos de ciudadanía, siempre que cumpla una condición: que someta la voluntad soberana, la voluntad constituyente al imperio del derecho y de la ley. Es ésta condición y su cumplimiento lo que permite y posibilita que la Constitución sea el baluarte de defensa de la libertad y la garantía de los derechos ciudadanos.
 
Por eso se equivocan quienes pretenden guiarse sólo por el principio de soberanía, sin atender a la vigencia de las leyes y al imperio del derecho.
 
Diré más. Si alguien afirma que la Constitución española es una imposición en Euskadi, si alguien afirma que la Constitución española no ha sido asumida en Euskadi, tiene que contestar a dos preguntas: ¿está afirmando que la Constitución española es contraria a la democracia? ¿Qué o quién garantiza hoy en Euskadi las libertades individuales y los derechos ciudadanos?
 
Porque, a pesar de que los argumentos materiales son los que más se utilizan para legitimar la bondad de la Constitución española –estoy pensando en el bienestar alcanzado desde 1978-, es del todo necesario subrayar que hoy hay más libertad en Euskadi que la que ha habido en ningún otro momento de su historia, incluidos los momentos en los que, la interesadamente llamada por algunos constitución original y única de los vascos, los fueros, estuvieron vigentes. Es necesario volver a repetirlo: hoy existe mucha más libertad para las personas en Euskadi y mejor garantía de derechos ciudadanos que en las épocas marcadas por los derechos históricos.
 
Es más, no hay derechos históricos al margen de la Constitución que los ampara y respeta, estableciendo al tiempo el marco para su actualización.
 
En este sentido, la Constitución española ha sido un gran avance para toda la población vasca sea cual sea su identidad, la lengua en que se exprese, la cultura de la que participe o la condición social de que disponga. La realidad es la que es: la Constitución es vivida por la ciudadanía vasca. Esta plenamente vigente en nuestro quehacer cotidiano. De esta vivencia sólo se excluyen quienes recurren a la violencia ilegítima y al terror, quienes, entre nosotros, son incapaces de romper toda relación con la sinrazón del terrorismo de ETA.
 
Planteémonos esta cuestión. ¿Si no fuera la Constitución española, qué garantiza hoy la libertad y los derechos de los ciudadanos vascos?
 
Nuestra Constitución es una de las más democráticas que existen en Europa. No solamente porque abrió y favoreció el camino a la instauración de poderes distintos al central, que también, sino porque reconoció explícitamente la existencia de nacionalidades en su seno. Un camino éste para integrar y potenciar la riqueza de nuestra pluralidad, tanto en el ámbito de la cultura como en el de las lenguas distintas al español que también son españolas.
 
La Constitución española afirma que España como nación política, que España como Estado, sólo puede ser democrático a condición de reconocer ese pluralismo constitutivo. Algo que queda expresamente recogido en el texto constitucional resaltando la unión de la estructura territorial, del Título VIII, con los derechos y deberes fundamentales, del Título I. Ninguna de sus partes son ajenas al todo normativo. Hasta el punto de poder afirmar que las libertades en España no están salvaguardadas si no lo están, por ejemplo, los derechos lingüísticos de quienes usan una lengua oficial distinta al español, y viceversa.
 
Los derechos ciudadanos no tendrían un desarrollo efectivo si quienes poseen sentimientos de pertenencia diversos, plurales o incluso distintos al cultural español, no pudieran encontrar identificación parcial, pero eficaz, en instituciones de poder propias y específicas.
 
Ambas condiciones están perfectamente cumplidas por la Constitución española. Por eso nuestra Constitución es garantía de libertad y de derecho en Euskadi.
 
Porque es preciso añadir que el reconocimiento del pluralismo como condición necesaria para la democracia, es válido para todo el territorio del Estado, no sólo para el conjunto y para sus instituciones representativas, sino también para las instituciones que reflejan el poder territorializado, también para las partes que hacen que el Estado sea plural.
 
Si España como estado es plural, lo tiene que ser cada uno de los elementos que lo conforman. No puede ser España plural como Estado con una Euskadi que no sea internamente plural, con una Euskadi que no reconozca eficazmente, en su definición jurídica e institucional, su propio pluralismo.
 
La negación de la validez de la Constitución para la sociedad vasca en lugar de apuntar a un déficit democrático en esa Constitución señala a un déficit de cultura democrática en quienes se aferran a dicha negación. Sólo desde la negación del pluralismo efectivo de la sociedad vasca se puede negar la validez de la Constitución española. Sólo desde la negación de las consecuencias del pluralismo y de la complejidad de la identidad vasca y de sus sentimientos de pertenencia se puede poner en duda la vigencia de la Constitución española en y para la sociedad vasca.
 
Construir las instituciones propias y específicas como exclusivas implica negar el pluralismo y la complejidad de la sociedad vasca. Y con ello negar la libertad y el derecho de ciudadanía de los vascos. No otra cosa supone la pretensión del llamado derecho a decidir, o el reconocimiento de la capacidad de los vascos a decidir solos o la tercera formulación del pacto de Estella/Lizarra o segundo plan Ibarretxe, como se prefiera denominar. 
 
La Constitución española, el bloque de constitucionalidad, afirma la existencia de Euskadi. La Constitución española no quiere definir a España sin el País Vasco, sin su autogobierno, sin sus instituciones específicas, sin el Concierto Económico, sin la Ertzaintza, sin el euskera, sin la cultura vasca. Afirmar Constitución Española es afirmar todo ello. Y es afirmarlo en el contexto del sometimiento al derecho y a la ley, en el reconocimiento del pluralismo y de la complejidad, en España como Estado, y en Euskadi como nacionalidad.
 
Por eso la fiesta de la Constitución es una fiesta tan vasca como española, porque –y termino- es también la fiesta de las libertades y de los derechos de los vascos, la celebración de las reglas y las normas que hacen posible la convivencia entre quienes se saben diferentes en condiciones de libertad y derecho. Allí donde no hay Constitución se genera indefensión ciudadana, amenaza de la exclusividad y peligro de la exclusión. El camino a la nada democrática. La liberación de todo ello es lo que celebramos con la Constitución. Y lo hacemos comprometidos con su total desarrollo.
 
Señoras, señores, amigos todos, brindemos pues por la Constitución. Brindemos por el pluralismo, por la democracia. Por Euskadi y por España. Por la paz y la libertad.
 
 
 
Muchas gracias.