DISCURSO DEL DELEGADO DEL GOBIERNO EN GALICIA EN EL ACTO DE INAUGURACIÓN DEL CURSO “LA CIENCIA AL SERVICIO DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL”

20/04/2010

A pesar de los modernos que nos resultan hoy los métodos de investigación policial, el origen de la Policía Científica en España se remonta al año 1.911, cuando se incorporó a las funciones policiales la identificación dactiloscópica, esto es, de la huella dactilar.

Desde entonces, la Policía Científica no ha hecho más que evolucionar, al amparo del desarrollo social, científico y, como no, de la evolución del fenómeno criminal. Muestra de ello fue la puesta en marcha progresiva de áreas especializadas que facilitaron la incorporación de los conocimientos científicos a la investigación de los delitos y, en consecuencia, a su esclarecimiento.

Actualmente, la Policía Científica en nuestro país es un servicio reconocido y estimado por los gobernantes, por los jueces y, en definitiva, por toda la sociedad. Dentro de la Comisaría General de Policía Científica, creada como tal en el año 1994, los más de dos mil funcionarios adscritos a la misma desarrollan un trabajo minucioso y callado, como así lo exigen las técnicas de investigación criminal.

Precisamente, hace unas semanas presentamos en la Delegación del Gobierno el balance de criminalidad en Galicia correspondiente al año 2009. De ese balance se desprenden varios datos de relevancia que quiero poner de manifiesto en este auditorio.

El más visible es que conseguimos mantener en Galicia unos índices de seguridad ciudadana que nos sitúan entre los puestos de cabeza en España y también en Europa.

Pero, al margen de este resultado, quisiera apuntar una cifra muy apropiada en este foro; tan importante como la estadística de hechos delictivos. Esta cifra es la tasa de esclarecimiento, que da fe del éxito de los cuerpos y fuerzas de seguridad en la resolución de los delitos cometidos. Nos aporta, por tanto, el nivel de eficacia en la investigación.

Los resultados del año 2009 en resolución de delitos en Galicia nos permitieron alcanzar la tasa más alta de la década, con un 55,5% de casos resueltos, quince puntos por encima de la media de España.

La consecución de esta cifra histórica no es mérito de un único protagonista. Que Galicia obtenga esta tasa se lo debemos a varios factores que ustedes ya conocen. Pero quisiera recordarla en este auditorio porque en ella tiene mucho que ver esa labor minuciosa y callada de la Policía Científica.

Una labor, por otra parte, que sirve al Estado de Derecho como garantía de los derechos fundamentales y de la presunción de inocencia. Hoy, gracias a estos avances, las investigaciones de los delitos se realizan con el máximo respeto a los derechos recogidos en la Constitución y eso fortalece nuestra condición de ciudadanos libres e iguales. Por ello, hoy resulta imposible imaginar la condena o incluso la imputación de cargos a una persona sin el apoyo, sin el aval, de las pesquisas de la Policía Científica.

Esta realidad convierte en imprescindible la mejora y actualización constante de los medios humanos y materiales de la Policía Científica, así como la adaptación de la legislación que la rige. Porque la seguridad, señoras y señores, es un derecho, pero al tiempo que lo son otros, como la privacidad.

Desde el punto de vista legislativo, uno de los hitos más recientes ha sido la ley orgánica 10/2007 reguladora de la base de datos policial del ADN, que facilita la creación de una base de perfiles genéticos registrados con lo que el éxito de las investigaciones a través de este medio irá a más cada año.

Así ha sido y de hecho, podemos destacar que, en el año 2009, se realizaron a nivel nacional en el ámbito del Cuerpo Nacional de Policía casi 30 mil informes de ADN y se esclarecieron casi dos mil quinientos hechos delictivos identificándose a más de dos mil autores de los mismos. Y todo ello gracias al trabajo de los laboratorios de Biología y ADN, como del que disponemos en A Coruña desde el año 2008.
En línea con la Ley de ADN, hay que destacar la entrada en vigor del Tratado de Prüm para el intercambio de información científico-policial en el ámbito europeo, que partió de una iniciativa del Ministerio del Interior español.

Y precisamente esta voluntad de fomentar la cooperación internacional en lo que respecta a la Policía Científica es una de las preocupaciones de la actual Presidencia Española de la Unión Europea.

Así, en febrero de este año se creó el Comité Permanente de Seguridad Interior que, entre sus líneas de trabajo, implementará la aplicación del Tratado de Prüm desde los siete primeros firmantes al resto de la Unión.

He insistido en la mejora continua de los medios materiales y humanos de las unidades de Policía Científica. Necesitamos investigadores que sean rápidos, rigurosos, concretos y objetivos.

Una de las claves es la actualización formativa de los equipos y este curso es buena muestra de ello. Quisiera destacar el esfuerzo de la Jefatura Superior de Policía de Galicia y de todo el Cuerpo Nacional de Policía para conseguir un programa con esta calidad académica cuya convocatoria ha sido tan bien acogida. También agradecer a la Universidade de A Coruña por su colaboración desinteresada así como a la Fundación Caixa Galicia por el apoyo que siempre brindan al Cuerpo Nacional de Policía.

Y, por último, dar la bienvenida a todos los asistentes deseando que estos tres días de formación y actualización sean fructíferos para todos: alumnos y profesores. Deben pensar que, al final, los últimos beneficiados seremos todos los ciudadanos.

Y, sin más, declaro oficialmente inaugurado el Curso “La Ciencia al servicio de la investigación criminal”.