Paseo de la Castellana
Historia del Palacio
Don Ignacio de Figueroa, marqués de Villamejor, vivía en 1885 en la zona antigua de Madrid, en un enorme caserón, cercano a la plaza del Progreso, en la antigua calle de Barrio Nuevo 12, hoy denominada Conde de Romanones. Al igual que muchos otros nobles afincados en la Corte, decidió trasladar su residencia al Ensanche, eligiendo para ello el paseo de la Castellana, la zona más privilegiada, donde los terrenos habían adquirido mayor valor y contaban con buenas comunicaciones, tanto con el centro como con el hipódromo; se adjudicó el terreno donde estaba instalado el Panorama Nacional, que había salido a subasta pública por haber quebrado ante el poco éxito del espectáculo
En septiembre de 1885 pidió que le fuera hecha la tira de cuerdas para la nueva construcción. Un mes más tarde, el arquitecto municipal Enrique Sánchez y Rodríguez marcó las alineaciones y rasantes a las que debería ajustarse la edificación, pero hasta dos años más tarde no se pidió la licencia para construirlo.
El proyecto de la casa-palacio presentado al Ayuntamiento está firmado por José Purkiss para llevar la dirección facultativa a pesar de ser maestro de obras. El edificio consta de tres fachadas, la principal retranqueada del paseo para dejar un paso a los carruajes, la secundaria a Alcalá Galiano y la tercera dejando un paso libre entre el palacio y el hotel Ametller hacia las cocheras situadas en el sótano.
Cuenta con planta sótano, en toda su extensión, planta baja retranqueada sobre la rasante de la calle con una escalinata de acceso y plantas principal, segunda y ático.
El desmonte y paso de carruajes se iniciaron en abril de ese mismo año y al finalizar se empezó la construcción del palacio, que no terminó hasta diciembre de 1893.
Hasta ahora viene atribuyéndose al maestro de obras José Purkiss, con razón, puesto que los planos, conservados en el Archivo de la Villa de Madrid, están firmados por él. Sin embargo, Luis Mª Cabello Lapiedra al extender el certificado de terminación del edificio dice textualmente: "... cuyas obras han sido proyectadas y dirigidas sucesivamente por el maestro de obras don José Purkiss y el arquitecto don Pascual Herraiz...".
Al analizar las obras y los dibujos de ambos se ha llegado a la conclusión de que el autor posiblemente haya sido Herraiz, pues hay una clara línea de continuidad en sus obras de ese período.
Sin embargo, como no había aún obtenido oficialmente el título de arquitecto en el momento de pedir la licencia de construcción, posiblemente el Marqués de Villamejor recurrió a Purkiss para presentar los planos y colaborar en la construcción. Hay otro hecho que corrobora esta conclusión : " Pascual Herraiz fue el arquitecto de don Ignacio de Figueroa hasta la muerte de este último" como asegura Vicente García Cabrera. En cambio Purkiss tuvo un estilo arquitectónico alejado del eclecticismo clasicista de este edificio.
En 1899 murió el marqués de Villamejor y continuó viviendo en él su viuda, -un par de años-, Doña Ana de Torres Córdoba y Sotomayor quién falleció seis años más tarde, dejejando como herederos del palacio a sus hijos: Rodrigo de Figueroa y Torres, duque de Tovar y Francisca de Figueroa y Torres, condesa de Almodovar, que vendieron el palacio al Infante de España y Príncipe viudo de Asturias, don Carlos de Borbón y Borbón, según consta en el Registro de la Propiedad, al 11 de mayo de 1906.
El palacio sufrió una primera remodelación para residencia de su nuevo propietario, que lo había adquirido poco tiempo antes de la boda con doña Mª Luisa de Orleans, su segunda esposa. En él habitaron desde 1907 hasta 1914, y en él nacieron sus hijas Dolores, María de las Mercedes y Esperanza. Doña María fue la madre de nuestro Monarca Juan Carlos I.
No consta en el Registro ninguna nueva venta, por lo que don Carlos transfiere el edificio al gobierno de Alfonso XIII, para instalar la Presidencia del Consejo de Ministros. Tampoco en el Archivo de Presidencia del Gobierno se ha encontrado documento alguno que haga mención de dicha cesión. Sí, sin embargo, se promulgó la Ley de 30 de Junio de 1914, por la que se autoriza su adquisición y, asimismo, se aprueba un crédito de dos millones de pesetas, en el que se especifica que un millón novecientas mil pesetas son para la adquisición de la casa palacio.
La nueva remodelación fue llevada a cabo por José de Espelius y Anduaga, el arquitecto de Presidencia. La planta baja y primera se adaptaron para Presidencia y la planta segunda fue ocupada por la Inspección Civil de Guerra y Marina y del Protectorado de Marruecos y las caballerizas desaparecieron para dejar lugar al archivo y otras dependencias.
Hay pocas referencias hasta después de la Guerra Civil, pero en 1921 se estableció el Ministerio de Trabajo en el primer piso y, más tarde, con Primo de Rivera, ocupó parte de Castellana, 3, el Directorio Militar.
Son famosos los Consejos de Ministros presididos por Manuel Azaña en el salón de Consejos. En esta etapa sus salones fueron reformados con gran lujo, se tapizaron de seda y se decoraron con arañas, cuadros y muebles traídos del palacio de Riofrío.
Fue el Coronel Galarza quien reabrió sus puertas como sede de la Subsecretaría de la Presidencia del Gobierno, sustituido en 1941 por Don Luis Carrero Blanco.
El arquitecto Diego Méndez fue el encargado de la conservación de la Presidencia del Gobierno desde 1955. Su primera labor consistió en una serie de reparaciones, pero en los años siguientes emprendió una serie de reformas interiores sin tocar los salones principales.
Fue aprobada la ampliación de una planta que no se hizo y diez años más tarde se volvió a plantear la ampliación ante la falta de espacio.
Méndez proyectó un pabellón que debía adosarse en el lado sur tomando parte del jardín del antiguo palacio Egaña, en Génova 29, para ensanchar la Biblioteca y el Archivo, que tampoco se hizo.
Pero la idea se retomó en los últimos años de la vicepresidencia de Carrero Blanco, instalando en el nuevo pabellón la cafetería. Los servicios de Presidencia del Gobierno habían crecido tanto que poco a poco se fueron ocupando otros edificios, como Castellana 5 y parte de Alcalá Galiano 8, amén de otros pisos en un entorno cercano.
En 1976 se abrió un nuevo período histórico en nuestro país y para el Palacio de Villamejor empezó una época de cambio de inquilinos y con ello se hicieron varias reformas en su interior.