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Intervención de la delegada del Gobierno
Día de la Constitución
02/12/2016
Señora Presidenta de la Comunidad de Madrid
Diputados, senadores, alcaldes y Concejales
Ex Delegados del Gobierno en la Comunidad de Madrid
Embajadores
Autoridades civiles y militares
Queridos amigos
Un año más, nos reunimos para renovar nuestro compromiso con la Constitución de 1978.
Y lo hacemos cuando acabamos de iniciar una nueva Legislatura, después de un año con un gobierno en funciones.
Felizmente, esta situación tan perjudicial para los intereses de España ha quedado superada, y ahora, una vez conformado el nuevo gobierno, es el momento de mirar con confianza hacia el futuro.
Con confianza y con voluntad de diálogo, porque en un escenario político como el actual, la capacidad para llegar a acuerdos va a ser la cualidad más valiosa.
La Constitución de 1978 es la historia de un éxito.
Un éxito que se logró gracias a la generosidad y a la firme voluntad de que nadie quedara excluido.
Los españoles de entonces demostraron que, a pesar de las tensiones y de las diferencias, siempre es posible llegar a acuerdos.
Es posible siempre y cuando nos esforcemos por buscar puntos de encuentro y antepongamos el interés general por encima de cualquier otra consideración.
Los constituyentes eran conscientes de esto. Sabían que los puntos de encuentro solo se alcanzan desde la moderación. Y por eso, la Constitución de 1978 se nutre de visiones, valores y procedimientos moderados, que son los que facilitan el entendimiento.
Huyeron de las posiciones extremas y del sectarismo y apostaron por la prudencia, la tolerancia y la perseverancia, que, no por casualidad, se cuentan entre las virtudes políticas más valoradas.
Al hacerlo nos mostraron un camino; el de la concordia y el consenso. Un consenso que ha permanecido estable en lo fundamental.
Como subraya Miguel Herrero de Miñón:
“Por muchas que hayan sido las polémicas, la verdad es que ha habido una gran parte de consenso en nuestra vida política, que ha permitido que las diferencias nunca fueran abismales”
Esto nos ha permitido avanzar y vivir el periodo más próspero de nuestra historia reciente.
También nos ha ayudado a afrontar los problemas que se nos han ido planteando, incluida una de las más graves crisis que se recuerdan en la historia.
Por lo tanto, es lógico pensar que la Constitución también es un buen referente para abordar los retos que tenemos pendientes.
Son muchos, porque a los españoles nos desvelan muchas cosas.
Desde hace años nos agobia el paro, que ha dejado a muchas familias en una situación extremadamente vulnerable.
Nos inquieta el futuro de las pensiones y la sostenibilidad de nuestro sistema de bienestar, dos pilares fundamentales de la cohesión social.
También nos preocupan los desafíos a nuestro sistema constitucional, como los ataques a la unidad de España o el incumplimiento a las resoluciones judiciales.
Nos apremia acabar con la corrupción, que tanto daño ha hecho a la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.
Y nos angustian las amenazas, internas y externas, contra nuestra seguridad.
El rostro de esa amenaza es ahora el yihadismo. Los ataques de DAESH nos recuerdan que para ser realmente libre, una sociedad necesita seguridad.
Nosotros, los españoles, lo sabemos muy bien, porque tenemos muy presente la memoria viva de las víctimas del terrorismo y de sus familias.
Por eso, no quiero dejar pasar esta ocasión sin agradecer a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado el trabajo diario que realizan para protegernos.
Nunca debemos olvidar que la eficaz labor de la Policía Nacional y la Guardia Civil es fundamental para que nosotros podamos disfrutar de nuestros derechos y nuestras libertades.
Señoras y señores,
En una reciente visita a España el historiador John Elliott nos hablaba de la importancia de conocer “no solo los caminos que se tomaron, sino también los que se descartaron y por qué”.
Pues bien, de alguna manera, este día de celebración nos da la oportunidad de hacer ese ejercicio.
Desde la perspectiva que nos da el tiempo, entendemos la razón por la que los constituyentes eligieron el camino de la concordia y el consenso.
Supieron ver, como apunta Todorov, que la moderación facilita la tarea de hacer prevalecer lo mejor de nosotros mismos, mientras que otras posiciones más extremas hacen que ese objetivo sea más complejo.
Mi deseo es que sigamos el ejemplo de los constituyentes y que nos esforcemos por escucharnos y entendernos, recordando que, en lo fundamental, nuestras diferencias nunca han sido insalvables.
Muchas gracias